Observar a Elías González elaborar piezas que siguen las consignas ancestrales de la alfarería de Gundivós es como asistir a una ceremonia. Lo cierto es que este tipo de alfarería, nacida en la subzona de Amandi, está íntimamente intrincada con la historia del vino de esta región de la Ribeira Sacra. De hecho, no se podría disfrutar de una buena mesa regada de este vino tan histórico si no fuese por las jarras y los vasos creados por los alfareros de Gundivós.
Cuando las formas relatan historias y valores colectivos
La alfarería de Gundivós, propia del municipio de Sober (Lugo), es una de las técnicas artesanas de elaboración de enseres más antiguas que existen en la Península Ibérica. Por no decir, en toda Europa. De hecho, se cuenta que los romanos trasladaban el tinto de Amandi en ánforas de Gundivós. Recipientes de barro que después se acumularían como desechos en el Monte Testaccio, popularmente conocido como dei Cocci —«de los fragmentos», traducido al español—. Formando parte, así, de la creación de una colina artificial en pleno corazón del Imperio Romano.
Este retazo de historia de la época romana demuestra que la alfarería de Gundivós nació al amparo de la producción vitivinícola de Amandi. Y, por tanto, sus orígenes son tan milenarios como los del famoso vino de la viticultura heroica de la Ribeira Sacra. Quizás sea conveniente recordar que en Gundivós era el único sitio en las proximidades de Amandi donde existía el barro necesario para elaborar esta artesanía.
Sin embargo, durante el siglo XX a punto estuvo de perderse su modo particular de elaboración de piezas de barro local. La aparición de los recipientes y vajillas de plástico o cristal relegaron al desuso la fabricación de estas piezas negras; hechas con arcilla y las manos expertas de los alfareros de Santiago de Gundivós. Pero, afortunadamente, un descendiente de estos artesanos las rescató del caer en el más triste olvido.
En efecto, gracias a Elías González y a Tomás López y Otilia Arias, la alfarería de Gundivós sigue latiendo. Y lo que es más importante: sigue conteniendo el preciado vino que se produce en la subzona de Amandi.
Sin duda, descorchar una botella de nuestros vinos y servirla con atención y delicadeza en las cuncas –especie de tazas– artesanales; o bien, servir el vino desde una jarra de Gundivós creada rigurosamente para mantener o ensalzar sus propiedades; supone un acto a medio camino entre una arraigada costumbre social y una ceremonia local llena de pureza y dignidad.
Una experiencia que quien recale en las tierras de la Ribeira Sacra no debería perderse bajo ningún concepto. Porque sus vinos no se expresan de la misma manera si no son servidos en piezas de Gundivós. Como bien se observa en la tradicional Feria del Vino de Amandi.
La tradicional alfarería de Gundivós moldea la cultura de Amandi
«¿Dices que nada se crea? No te importe, con el barro de la tierra, haz una copa para que beba tu hermano.» No sabemos si Antonio Machado, para dejar esa frase en la historia de la literatura, había pisado un taller de alfarería de Gundivós. Pero sin duda, ese siempre fue su espíritu y su razón de ser: crear copas —y otros muchos accesorios— para que otras personas bebiesen los vinos que emergían de la viticultura de la zona.
Y es que los objetos salidos del torno de Gundivós siempre han abastecido la vida cotidiana de Sober, Tierra de Lemos y la Ribeira Sacra en general. Desde utensilios y recipientes de cocina hasta enseres para las labores agrícolas tradicionales de la región: sean para bodegueros, apicultores, queseros, etc.
De alguna manera, las manos alfareras de Gundivós tienen la mágica capacidad de elevar los elementos más cotidianos en arte e identidad popular. O acaso podría decirse lo inverso: las obras de arte que salen del torno de Gundivós, tienen las propiedades de embellecer la vida cotidiana de sus vecinos. Ello gracias a su sencillez, no exenta de armonía y equilibrada naturalidad, y su íntima relación con el mundo inmediato, de ahí su pragmatismo y usabilidad.
En el caso del mundo del vino, la alfarería de Gundivós no solo supo crear ánforas —o ámboas — en la Historia Clásica. Esos depósitos de tradición milenaria creados para fermentar y transportar el vino, han sabido coexistir en tiempos contemporáneos con botellas, cántaros, cuncas . Y, por supuesto, con el emblemático xarro —jarra— de color negro, con sus característicos bigotes.
A título de ejemplo, hoy existen diversos tamaños de xarros: desde continentes de 1 litro hasta jarrones de 16 litros hechos con el barro de Gundivós.
Entre viñedos, vinos y barro
Desde siempre los alfareros de esta localidad soberina surtieron a los bodegueros y las familias de diferentes enseres para contener, fermentar y decantar los vinos de la zona. En este sentido, es indiscutible su empleo de las mejores técnicas y tecnologías artesanas para que los vinos de la subzona de Amandi conservasen su expresión y su calidad.
Sin ir más lejos, el particular color negro de sus xarros se debe a su ahumado sobre una pequeña hoguera de carqueixa –ramaje de arbusto local–. Con la pieza aún en caliente se le aplica una resina de pino, a fin de impermeabilizarla. El empleo del acabado con pez, propio de los recipientes destinados a contener líquidos fríos como el vino, resulta un método de elaboración antiquísimo.
Su utilización tan práctica y original no deja de traernos al presente tiempos remotos. Al igual que cada pieza continúa evocando en sus formas historias prerromanas que se pierden en la noche de los tiempos.
Asimismo, desde la primera Feria del Vino de Amandi, allá por el año 1980, los xarros de Gundivós tienen una presencia infalible en esta cita anual. Demostrando una inquebrantable confraternización en los vinos de Amandi y la alfarería de Gundivós.
Pero lo más significativo es que, hoy en día, muchos accesorios para el vino siguen naciendo de la arcilla local y lleva el sello de la alfarería de Gundivós. Enfriadores, decantadores, recipientes para el vino blanco que puede utilizarse como cubitera,… Hoy más que nunca, la alfarería sigue ligada a la viticultura de Amandi y dejando huella en su tradición cada día.
De hecho, el obrador del centro de alfarería de Gundivós está rodeado de viñedos y dispone de bodega propia —¡como todo hijo de Amandi!—. En ella se elaboran vinos naturales con D.O. Ribeira Sacra. Su producción de vinos es tan artesanal como las piezas de alfarería que crean con sus manos, por eso su producción suele ser limitada.
Lo mismo puede decirse del Taller de alfarería —u olería— Figulus, dirigido por Tomás López y Otilia Arias, que cuenta con su propia bodega.
El resurgir de la alfarería de Gundivós
Todo es muy sorprendente en el taller del Rectoral de Gundivós. Ahí está su torno de escasa altura y se sigue impulsando con la mano (nada de pedal ni torno eléctrico). Desde la mirada ajena duele la postura que adquiere el alfarero, encorvando su espalda, apoyando sus codos en las piernas mientras moldea. Sin duda, esta labor artística resulta un sacrificio, tanto en el sentido etimológico de la palabra (oficio sacro) como en el significado popular (un gran esfuerzo).
Al igual que desde el principio de su historia ancestral, se continúa usando el barro autóctono y cociendo en horno de leña y con leña de carqueixa. También ahumando las piezas para ennegrecerlas; impermeabilizando los jarros con resina de pino, derritiendo esta pez con fuego antes de volcarla dentro de las piezas para líquidos fríos o tibios… Nada ha cambiado, la labor sigue inalterable al paso del tiempo.
No obstante, esta manera de plasmar la vida cotidiana con arcilla autóctona cocida en horno de leña y acabado con pez estuvo a punto de esfumarse de Gundivós. En concreto, a mediados del siglo pasado. Como tantos retazos de vida rural que fueron desapareciendo con la emigración, el auge urbano y la incipiente globalización que se abría paso en la Historia.
Pero afortunadamente, algunos de los viejos alfareros emigrados retornaron a casa y se sentaron delante del torno para volver a crear las piezas artesanas de antaño. Eran las últimas décadas del siglo XX. Sin embargo, la amenaza de una extinción inminente del mundo alfarero tradicional seguía latente por falta de relevo generacional. Se abría un nuevo milenio donde la manos alfareras y oleiras escaseaban… Pero un puñado de artesanos de Sober aún lo mantienen vigente.
Elías Rodríguez es uno de ellos. Bisnieto de un alfarero local. Con su alma de artesano, su origen de Gundivós, su genética transgeneracional alfarera y una gran prospectiva artística y emprendedora. Un alma artesana vieja, en el cuerpo de un joven inquieto, con intelectos propios del siglo XXI.
Pero también contribuyen a esta labor patrimonial, Otilia Arias y su marido, Tomás López, descendiente de oleiros soberinos. Su taller Figulus elabora diversas piezas de cerámica de Gundivós destinada al consumo de vino y licores.
El Rectoral de Gundivós, salvaguarda de la labor alfarera
Si algo distingue el trabajo de alfarero de Elías González es su afán por conservar la tradición de Gundivós lo más pura posible. Gracias a su labor encomiable la alfarería más ancestral que existe en Europa sigue latiendo y habitando las casas y bodegas de la Ribeira Sacra. Y hasta hay quien la adquiere con afán de pieza de decoración.
Su ímpetu lo convirtió en el mesías de la alfarería de Gundivós; abocando su destino a predicar las excepcionales virtudes de este arte milenario y a transmitirlo a toda persona dispuesta a practicarlo. Tal misión apostólica se plasmó definitivamente en el Rectoral de Gundivós.
La casa Rectoral. Un universo donde todo el espacio gira en torno a la alfarería local y el tiempo adquiere matices circulares. Imposible descifrar dónde nace el origen de este estilo de vida, de este arte rústico. En el Rectoral el tiempo se niega a dejarse datar.
En efecto, uno de los impagables legados que nos deja Elías González, además de nuevas piezas de alfarería de Gundivós en pleno siglo XXI, es la apertura del Centro Oleiro del lugar. Se trata de una casa rectoral edificada en el siglo XVIII, que alberga su propio taller, un museo y una tienda donde expone a la venta sus creaciones. Restaurado con sumo mimo y mínima intervención para respetar lo máximo posible la arquitectura y los acondicionamientos interiores.
Aprovechar las visitas guiadas que ofrece el Rectoral es una experiencia única, al igual que ver trabajar con tanta concentración y serenidad a Rodríguez. Sin duda, encandila admirar cómo el acto artístico fluye armoniosamente del cuerpo del alfarero. La memoria ancestral pareciese guiar las manos y las maniobras que realiza nuestro maestro de ceremonias.
El taller de cerámica de Gundivós Figulus: continuando con el legado de la olería más antigua
El matrimonio conformado por los alfareros Tomás López y Otilia Arias es otro de los artífices de la conservación y recreación de la cerámica de Gundivós. Su taller de olería —como les gusta denominarlo— es en realidad otro centro de alfarería, ya que supone un recinto donde se establecen varios espacios estrechamente relacionados con el mundo del vino y la artesanía. Desde el propio taller de estos oleiros, hasta un tienda donde se comercializan sus piezas o una bodega donde producen su vino. Pero sobre todo su mayor atractivo es que ofrece talleres de alfarería para diferentes públicos y visitas guiadas por el centro.
La opción de continuar con la tradición alfarera de Gundivós llegó a la vida de Tomás de mano de su tía abuela, oleira de Gundivós. Más tarde se formó en compañía de los últimos alfareros clásicos del siglo pasado: José Rodríguez Ventura, Obdulia Lula Rodríguez o Alonso Díaz. En Figulus son conscientes de su papel relevante en la supervivencia de la cerámica de Gundivós. Por eso decidieron crear su taller de olería y motivar a otras personas a descubrirla y apreciarla.
Así, en el taller de Figulus se puede admirar la elaboración de todo tipo de piezas típicas de la alfarería de Gundivós. La mayoría de estos artículos de barro local de preciosos color negro brillante tienen relación con los oficios más comunes de la Ribeira Sacra lucense. Pero actualmente también elaboran piezas decorativas o piezas especiales por encargo.
Lo que no cambia es el torno que utilizan y la forma de confeccionar los objetos de barro: bajo la técnica ancestral de montar tiras de barro —denominadas cirillotes o churros—; cociéndolas en horno de leña prendido con carqueixa y ahumándolas. Y, en el caso de los recipientes para bebidas frías o tibias, recubriendo las piezas con resina de pino para, así, mejorar el sabor de la bebida.
Gracias a la labor sociocultural de Figulus esta tradición artesanal sigue en pie después de tantos siglos. De hecho, el mayor orgullo de este matrimonio soberino es recordar que estamos ante la alfarería más antigua de Europa. Un modelo de artesanía que tiene su origen en la época castrense, lo que la diferencia de otras alfarerías gallegas más recientes en el tiempo.
La cerámica de Gundivós: ese arte ligado a la viticultura de Amandi inmune al tiempo
Todo remite a los tiempos más inmemoriales. Entrar en el taller de alfarería de Elías Rodríguez o el taller de Figulus, es poco menos que sentir que el tiempo no hace mella en sus artilugios de barro. El arte de esta región permanece inmutable al paso de los siglos, las modas, las revoluciones que se suceden y los movimientos migratorios generacionales.
Por eso es tan querido y admirado por quienes mantenemos la tradición de plantar viñedos y elaborar vinos locales. Porque pocas cosas nos hacen sentir tan en casa y arraigados en nuestro terruño como la artesanía de nuestros pueblos.
Y, en el caso de los vinos de Amandi, expresan todo su esplendor cuando son servidos con un xarro de Gundivós. Seguramente porque tanto su barro como nuestras uvas encierran las exclusivas propiedades telúricas de nuestra tierra.
Referencias consultadas
- Albo, F. (2020). «A nosa olería é a máis antiga». Recuperado de https://bit.ly/3ALAlno
- Ayán, X. & al. (2021). Voces Ceibes: oralidad, paisaje y memoria en la Ribeira Sacra (Galicia, España). Recuperado de https://bit.ly/3ckpsPu
- Barreiro, P. & Pérez, R. (s/f). Visita a la Rectoral de Gundivós. Recuperado de https://bit.ly/3OdYlTJ
- Pontevedra, S. R. (2008). El último alfarero de Gundivós. Recuperado de https://bit.ly/3aLYHTR
- Rectoral de Gundivós (s/f). web oficial. Recuperado de https://bit.ly/3yTvpL5
- Turismo en Ribeira Sacra (s/f). Figulus. Recuperado de https://bit.ly/3Au88Qt
Redactora de contenidos en Wild Wines Company. Filóloga winelover y redactora dedicada a transmitir las emociones que despiertan los lugares, los viñedos, las vendimias y cada botella de vino en texto que no son más que un diario de experiencias vitales.
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